La agricultura agroecológica ha cobrado gran relevancia en Costa Rica en los últimos años, a medida que más personas agricultoras reconocen la importancia de cultivar de manera sostenible, respetando la naturaleza y promoviendo la biodiversidad. Estos agricultores agroecológicos no solo producen alimentos saludables y de calidad, sino que también son verdaderos guardianes de la tierra y promotores del desarrollo rural.
Hoy, queremos compartirle algunas historias inspiradoras de agricultores agroecológicos en Costa Rica, quienes, a través de su dedicación y pasión, han logrado enraizarse a la tierra y cultivar de manera sostenible, respetando los ciclos naturales y promoviendo la conservación del medio ambiente.
Don Eliécer Rodríguez de la Finca Orgánica San Luis es un ejemplo destacado. Su finca, ubicada en las fértiles tierras de la zona de San Luis de Grecia, es un verdadero oasis agroecológico. Don Eliécer, con más de 20 años de experiencia en la agricultura orgánica, ha logrado crear un sistema de producción diversificado y sostenible, donde cultiva una gran variedad de hortalizas, hierbas medicinales y café, en su mayoría.
Su enfoque se basa en el uso de abonos orgánicos, el manejo integrado de plagas y la conservación del suelo. Junto con su hija Felicia, han implementado prácticas de reutilización de residuos orgánicos y producción de insumos a partir de plantas y otros recursos naturales de la zona, lo que han convertido la finca en un verdadero modelo de sustentabilidad.
Seidy y Danilo, de la Finca San Francisco de Asís, en la pintoresca comunidad de Dota, es otra historia inspiradora de agricultura agroecológica y que han sabido enraizarse a la tierra. Su finca, rodeada de bosques y montañas, es un refugio de biodiversidad. Seidy y Danilo se dedican a la producción de frutas, vegetales y algunas leguminosas. Ellos han implementado prácticas agroecológicas para conservar los suelos y promover la fauna y flora nativa. Ellos entienden que el cuidado del ambiente es fundamental para mantener la calidad de sus productos, además de esto han logrado establecer vínculos directos con consumidores conscientes y el impacto positivo que generan en su comunidad.
En los cerros altos de Escazú, encontramos a don Sergio Calderón que es un apasionado de la agricultura agroecológica. En su finca, rodeada de exuberante vegetación, cultiva una amplia variedad de hortalizas. Don Sergio ha adoptado técnicas como la rotación de cultivos, el uso de abonos naturales y la conservación del agua, para asegurar una producción sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Además, ha compartido su conocimiento y experiencia con otros agricultores, fomentando así la difusión de prácticas agroecológicas.
Yashico es una joven emprendedora agroecológica que lidera la producción de alimentos saludables de la marca Yamashita, junto con su mamá y familia. En su finca, cultivan una amplia gama de productos orgánicos, incluyendo frutas, verduras y plantas aromáticas. Su enfoque se basa en la agroecología y el comercio justo, brindando alimentos de calidad, muchos de ellos son procesados que pertenecen a la categoría de los fermentados, y promueve una relación equitativa con sus consumidores. Las recetas de los productos de Yamashita son de herencia familiar con un poco de innovación de Yashico y su familia, siendo un ejemplo de reconexión a nuestras raíces y adaptación a la vez. Esta familia es otro ejemplo de inspiración para una agricultura más sostenible y ética en la producción de alimentos.
De las cosas lindas sobre este tipo de historias, es darnos cuenta que hay muchas personas y familias productoras en este país que quieren hacer las cosas bien: producir respetando la tierra, las costumbres, a las demás personas (tanto actuales, como venideras), nuestros recursos… en fin! Gente Pura Vida, que están conscientes del impacto que pueden generar para el bien común.
Únase usted también a éste movimiento, todos generamos desde nuestras capacidades y habilidades. Si producir no es lo suyo, puede apoyar comprándole a los productores directamente (mediante Enraizadas, por ejemplo), contándole a otras personas o incluso donar su conocimiento para proyectos como éste, las posibilidades para desarrollar bienestar entre todos son infinitas.
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