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¿Qué hago con mi basura? Parte III

¿Qué hago con mi basura?

Parte III – ¿Cuál es el impacto de alimentar 7,800 millones de personas?

Considerando que la mayor cantidad de residuo que producimos en los hogares es orgánica, y siguiendo con la lógica de que el problema de la basura empieza en la producción, quiero hablar de la producción de alimentos actual. 

En nuestro país somos afortunados de conservar agricultores y productores locales, algunos de ellos siguiendo modelos orgánicos y en armonía con la naturaleza. Sin embargo, el crecimiento acelerado de la población y el desarrollo urbano pone una presión fuerte en la producción de alimentos de manera cada vez más eficiente, independientemente del impacto que tenga. 

Hay que empezar a reconocer que las ciudades no producen lo que consumen y que quienes las habitamos somos un grupo mayor. Según el Banco Mundial, más del 55% de la población vive en ciudades y se estima que para el 2050 ese porcentaje subirá a 70%. La idea de agruparse en ciudades buscaba aprovechar mejor los recursos escasos, permitiendo el “desarrollo” de redes de transporte, salud, educación, servicios públicos, pero ha generado un riesgo en cuanto la seguridad alimentaria. En 100 años, la población mundial paso de 2,000 a casi 8,000 millones de personas. Pareciera que 100 años es mucho, pero como referencia, el siglo anterior sólo aumentamos 1,000 millones. Entre más grande sea la población, mayor el crecimiento cada año y mayor la presión para alimentarnos. 

Claro, la agricultura creció también a un ritmo acelerado; básicamente se triplicó el siglo pasado con el desarrollo de fertilizantes, pesticidas y herbicidas químicos, nuevas variedades de cultivos, y el uso de maquinaria industrial, todo esto gracias a los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural, etc). Es mucho más evidente para nosotros que la maquinaria y el transporte requiere de energía, pero a veces olvidamos que los fertilizantes, herbicidas y plaguicidas no se extraen de la naturaleza en su forma final, requieren de procesos de extracción y producción con grandes niveles de consumo de energía y generación de desechos. Por ejemplo, el nitrógeno utilizado en fertilizantes se obtiene a partir del gas natural, y el potasio proviene el 80% de la minería.  

Lo cierto es que los combustibles fósiles no son infinitos. Hemos consumido en cientos de años las reservas que tomaron millones de años en formarse. La naturaleza nos dio una fuente de energía súper eficiente y la hemos usado a la ligera, por lo que estamos llegando a un punto de escasez de un elemento en el que basamos el éxito de todas nuestras actividades. Se habla de cambiar las fuentes de energía a opciones renovables y verdes, pero tenemos que ser conscientes que la eficiencia de las mismas es muy inferior a la de los combustibles fósiles y por eso un cambio es necesario: no podemos usar las fuentes de energía alternativas que conocemos hasta el momento a los ritmos que usamos actualmente los combustibles fósiles.

 

Otro de los temas con la agricultura industrial tiene que ver con su impacto ambiental.  Los fertilizantes utilizados son lavados hacia el mar generando el crecimiento de zonas muertas en el océano, mientras que la deforestación se ha extendido en la búsqueda de zonas cultivables o para la ganadería. Por su parte, la salud de los suelos se ha visto ampliamente afectada por la aplicación de herbicidas y pesticidas, el arado industrial y la irrigación que aumenta su salinidad. Ni hablar de la salud de los productos que consumimos; llenos de químicos que han contribuido a muchos de los problemas de salud que enfrentamos. Suena un poco ilógico que dañemos tanto el suelo con el fin de acabar con plagas que atacan los cultivos y después lo llenemos de fertilizantes para ayudar a las plantas a crecer. 

Algo que desconocía es que el suelo tiene todo lo que necesita para nutrir los cultivos (nitrógeno, hidrogeno, potasio, etc) y lo que usualmente hace falta (en suelos poco fértiles) es el material orgánico que dispara el proceso de microorganismos, hongos, bacterias digiriendo esos elementos para convertirlos en formas aprovechables por las plantas. Suelos enriquecidos y con una adecuada población de estos seres puede promover la protección de forma natural; esto es lo que hace la agricultura orgánica de alguna manera.  Es comprensible que, dadas las necesidades actuales, la agricultura haya recurrido a prácticas industriales, pero como mínimo hay que ser capaces de reconocer el impacto y el precio que hemos tenido que pagar por ello. Por eso, cuando además tiramos al relleno sanitario los residuos orgánicos, estamos desperdiciando un bien invaluable y me gustaría que todos nos preguntáramos ¿Qué pasa con la basura cuando el camión de la basura se lo lleva?

 

Escrito por:

Melisa Banegas

Vecina de Villa Hermosa, Alajuela.

Relacionista Internacional, Master en Administración y entusiasta del tema de manejo de residuos, agricultura orgánica, y abejas nativas.

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